Tras nueve años exponiendo en el extranjero el pintor español regresa a su ciudad natal con una filosófica y poética colección de cuadros, cerrando el círculo con sus experiencias en Bulgaria
Más de cuarenta obras componen una muestra que ve la luz después de un año de aislamiento y que pueden disfrutarse en la histórica “Casa de la cadena” de Pinto desde el 1 al 29 de abril. Para la ocasión el artista ha diseñado y editado un cuidado y poético catálogo, un recuerdo para los invitados, amigos y personalidades que le acompañaron en la inauguración.
El pintor ha buscado un personaje (a la manera del teatro o la danza) atemporal, más cercano a orígenes y desnudez que al mimetismo que permite la cultura contemporánea. A principios de 2021 comenzó la serie investigando en los espacios donde suceden los cuadros, en meta espacios que superpongan símbolos y significados sobre espacios que son comunes como los muros, los suelos y las habitaciones cerradas donde guardamos vivencias, cultura y experiencias. Ha intentado que el lenguaje entre colores esté en la frecuencia de la emoción y que la textura deje huellas del proceso del cuadro e interfiera en la densidad del espacio y el aire que respira la figura, como un ser vivo que disfruta, baila, juega o sufre entre unos márgenes a los que físicamente no hay acceso.
En palabras del autor: "Sincretismos de espacios, unos que habitamos y otros intelectuales y fascinantes en los que sucedemos, espontáneos, dentro y fuera de control. Sincretismos entre la verdad y la mentira, entre la luz y la oscuridad, nuevas formas entre lo aprendido y lo heredado, entre la locura y la cordura. Sincretismos entre las tribus y la sociedad moderna. Nuevas formas de religión, de economía, de ilusoria paz, de guerra, de represión y dominio. Nuevas formas que nacen de los contrarios de una extraña necesidad de convivir regalando libertad a quien la quita. Sincretismos entre el amor y el odio, como la resaca de una ola entre la tierra y la mar, como el rechazo de un hijo, como aceptar el olvido. Sincretismos que generan nuevas culturas y que inexorablemente significan la desaparición de las originales, nuevas formas que avanzan rápidamente sin dejar espacio a la reflexión, que a veces dejan en sus márgenes la independencia".
La parte principal de la sala acoge 13 cuadros de mediano y gran formato con la bailarina Krasimira Genovska como modelo, una serie de obras sobre mitos como el de Lilith, en el que con una estética erótica y como símbolo de rebeldía escupe la comida . O la obra que da título a la exposición “SINCRETISMOS”, en la que la frontalidad de la iconografía ortodoxa convive con el cuerpo femenino de Erzulie (diosa reina del vudú) y las manos de Buda. Obras de carácter antropológico en las que la subhumanidad y la sobrehumanidad conviven, algunas con carácter erótico, otras con carácter casi religioso en las que se aprecia claramente el estudio de la iconografía ortodoxa en los años que el autor vivió en Bulgaria. Obras con movimiento y maestría presididas por un cuadro de 2 por 2metros titulado “El ángel y el pájaro”, en el que la condición divina se animaliza por el encierro y el olvido de las creencias. Una obra poética sobre la figura de Federico García Lorca en la que una bailarina con cabeza de toro conduce a la celebración de la poesía de Lorca bajo la luna nueva de la noche que lo fusilaron. La crueldad de una mujer encerrada y observándonos en una habitación asfixiante, donde se intuye la orina en azules en el suelo de la celda contrastando con la paz y serenidad de su mirada.
Según el autor hay que destacar la obra “La subasta”, que junto a una emotiva dedicatoria y un desgarrador poema de Hervás en el catálogo, con una escena de la venta de mujeres. Este cuadro está dedicado a su amigo Ownian Fortounoff, nominado por la Organización de las Naciones Unidas como uno de los mejores abogados contra el tráfico de seres humanos. El artista consiguió ver la obra del abogado "Protocolo contra el tráfico de seres humanos" publicada un año después de su muerte, obra esta en la que Hervás participó de su edición. Según palabras de Fernando "Tuve el privilegio de asistirle, atenderle y hacer eterna amistad en los últimos meses de su vida, antes de que el cáncer le cerrara los ojos para siempre". Ahora su obra está en las estanterías de las bibliotecas de algunas facultades de derecho, como guía y referencia para mujeres y hombres con la determinación suficiente para luchar contra este grave problema social. Una pequeña victoria en un batalla sin fin.
El cuadro “La habitación azul” resalta por la fuerza del color, un habitáculo vacío en ultramares y celestes, con golpes intensos de carmín, acoge a una preciosa mujer en cuclillas. contrastando con la dureza del contexto. Acompaña al cuadro este poema:
"Toda la belleza cayendo de mis labios ciegos.
Todas las heridas siempre a la luz de las palabras,
Mostrando las cicatrices de la memoria.
Siempre las manos doliendo,
Siempre las manos ardiendo,
Siempre pagando por el pecado de haber nacido con los ojos abiertos,
Siempre en el milagro de poder mirar la luz.
Una lágrima de vida para mis ojos hambrientos,
Una lágrima de mar para mis ojos cansados.
Una caricia sobre la bestia que habita sola en mis sueños,
Para que no me devore cuando mi cuerpo está ausente.
Para que no se despierte...
Puedo quemar mis versos esta noche,
Viajar sobre el lugar donde arderá mi tristeza,
Mirar mis pies cansados caminando…
Parar en el lugar donde ya no queda nadie, Donde no ha venido el viento,
Donde mis alas caerán desde el silencio"
Dos conmovedores retratos de pacientes de la casa para discapacitados mentales Sveti Vrach de Plovdiv, comienzan la parte de la exposición dedicada a los trabajos que realizó con estos hombres, cerrando este capítulo con obras y estudios muy sentidos sobre Joseph Merrick, el hombre elefante. Reflexiones poéticas sobre las personas diferentes y los centros donde son tratados y que el artista resume en este poema:
"Vivir,
aún con dolor vivir.
Amar,
aún en el dolor amar"
Un niño en pañales con las primeras deformaciones del cráneo, o un niño sosteniendo una rata ajeno al peligro y sin miedo ni prejuicios, concluyen este capítulo de cuadros en el que la infancia se muestra casi de manera animal pero sin perder la inocencia y la belleza. El gueto de Stolipenovo de Plovdiv y el gueto gitano de Chirpan, sus trabajos con los niños de la escuela Cirilo y Metodio de esta última ciudad, conducen a la serie «Cajas Negras». Todos están representados en cuadros de pequeño formato, y una colección inspirada en los reportajes fotográficos que el mismo Fernando Hervás fue haciendo durante años en sus clases y su contacto con los niños y sus padres. En palabras del autor: "Una traducción de la fotografía a la pintura en la que la mostrar no solo la dureza del entorno, sino también la independencia y el carácter libre de estos niños, como a pesar de la marginalidad a la que están sometidos encuentran los mecanismos para su supervivencia en un entorno hostil". Textos dedicados a los niños antes mencionados y a los niños del centro de custodia de menores María Luisa de Plovdiv. Un capítulo muy emotivo que cierra esta parte dura pero llena de bonitos recuerdos y esperanza.
Cierra la exposición una pintura de dos metros por dos con una preciosa yegua blanca en movimiento, un símbolo de libertad y fuerza frente a la que se presentó la exposición. Hubo palabras muy emotivas y sinceras de María Dolores Rodríguez, primera teniente alcalde de Pinto y amiga de Hervás desde la juventud. El artista en una sencilla e informal presentación tuvo una mención especial a Elisa Gallardo (directora de la Casa de la cadena) y a Dora Tsvetkova, traductora de la embajada española en Sofía y que tantas exposiciones inauguró con Hervás en Bulgaria, finalizando con una emotiva dedicatoria a su hermano Alfonso Hervás quién a estado junto a Fernando Hervás durante todo este proceso.
Fuente Comunicae