El Encinar Las Arcadias cumple su segundo año combinando hotel y vivienda para mayores

A punto de cumplir su segundo aniversario, El Encinar Las Arcadias sigue transformando el concepto que se tenía en España de cómo pueden o deben vivir "nuestros mayores". De hecho, su manera de combinar hotel y vivienda se ha convertido en la alternativa perfecta


Llegaron hace apenas 2 años y han revolucionado el sector inmobiliario. Apostaron por el primer senior living de lujo afincado en Madrid, creando escuela para abordar uno de los mayores retos a los que se enfrenta España: el modo de vida cuando llega la jubilación. Premiado como la mejor práctica de construcción sostenible en España, El Encinar Las Arcadias es un espacio donde un mayor no renuncia a su modo de vida, con el añadido de contar con todos los servicios que pueda necesitar a su alcance.

"No hablamos de una residencia, no lo es- insiste Marta Torronteras, Directora de Las Arcadias-, no tiene nada que ver. Quien viene a vivir aquí no busca una residencia. Quien va a una residencia es porque se la buscan, porque se convierte en una necesidad asociada habitualmente con la salud. Aquí vienen ellos, buscando un lugar en el que mantener su independencia, pero sin renunciar a servicios clave que hacen la vida más fácil".

El Colegio Mayor en el que siempre han soñado vivir
Dar un paseo por las instalaciones de Las Arcadias teletransporta a una de esas series de televisión en las que pasan cosas que hacen la vida más divertida y en la que todos tienen algo que aportar. Una mezcla entre Melrose Place, Sensación de Vivir y Las Chicas de Oro. "¿Lo último? Un Club de Lectura. Es muy gratificante y motivador. Entre ellos se retroalimentan. Tienen una visión muy amplia de la vida, de su vida a estas edades. Especialmente los que han vivido en el extranjero y entienden perfectamente este concepto. Hay ingenieros navales, expertos en telecomunicaciones, economistas, pilotos…, aquí no existe la palabra aburrimiento", remata Marta.

Los 154 apartamentos con los que cuentan incluyen servicio de fisioterapeuta, lavandería, atención médica... y si lo desea, restaurante a su disposición y con un servicio a medida, modernizado y personalizado. Se puede elegir entre preparar la comida en su apartamento o reservar mediante un servicio de aplicación móvil el día que se prefiere desayunar, comer o cenar en el servicio de restauración. Pero lo más importante que incluyen en su carta de servicios, aunque no lo publiciten, es que son el antídoto, la mejor medicina para combatir la soledad.

Porque ellos lo valen
Uno de los matrimonios que decidió cambiar de estilo de vida tras su jubilación es el de Ángela e Ignacio. De hecho, tardaron dos años en encontrar el lugar que estaban buscando. Su casa se les había quedado grande, tenían dos hijos ya independientes y sobre todo, mucha energía y vida por delante. "Buscábamos un Colegio Mayor de la Tercera Edad- sonríe Ángela- y aquí está.  La historia de este matrimonio, entre una manchega y un catalán que acaban de cumplir 54 años de casados, se repite en otras parejas o en personas que viven solas, pero que, pasados los 65, sienten que les queda otra etapa maravillosa de su vida por delante y quieren exprimirla. Y el lugar en el que vivir cambia de manera radical el resultado.

"Un día decidimos vender"- y así se lanzaron a dejar su casa para cambiar de vida. "A los hijos no les dijimos nada con antelación. Solo, la casa está vendida- insiste Ángela- a ellos no les falta de nada. Tocaba pensar en el futuro. Hay que ser más egoístas, aunque la palabra sea dura, pero, si no, se pierden unos años preciosos de la vida".

Lo mismo hizo Manuela tras visitar el piso piloto. "Tenía la sensación de que era lo que siempre había estado buscando. En España la calidad de vida es muy alta por las condiciones de luz, de vida, alimentación y, según estudios recientes, porque socializamos mucho. Por eso combatir la soledad es clave para disfrutar de esta edad dorada. Aquí mantengo la independencia, pero, a la vez,  cuento con vecinos que entienden y comparten inquietudes y necesidades"- comenta Manuela- "además, aquí pueden venir los nietos y se pueden quedar a dormir si quieren. Esto es una fantasía, es idílico. Aquí solo hay ilusiones que se siembran y crecen. Esto no ocurre en casa. Aquí se abren las puertas y sale a la luz lo que realmente necesitamos".

"Es una idea brutal porque la gente aquí resucita- cuenta Marta-. Cuando eres mayor puedes estar días sin hablar con nadie. Como mucho bajas a por el pan, coincides con un vecino, con suerte llama algún hijo, pero aquí pasar por recepción, bajar a comer, convives… aunque cada uno vive en su casa, nunca se siente solo. Y esto es clave cuando llega esta etapa. Puedes jugar a las cartas, dar una vuelta por el jardín o quedarte en el apartamento, pero no estás solo. Esa sensación aporta un bienestar y mejora la calidad de vida sin dudarlo".

La combinación perfecta entre hotel y vivienda
Lo más curioso es que muy pocas personas en España conocen este concepto entre hotel y vivienda, con ambiente de Colegio Mayor. "Muchas personas en sus casas no saben que algo así existe. Solo cuando empiezan a informarse y descubren que lo que estaban buscando está en El Encinar Las Arcadias dan el paso".

Lo cierto es que en España cuesta dejar la casa de toda la vida, pero cuando los años pasan, empieza la soledad y una rueda de la que resulta muy difícil salir. "Aquí construyen su proyecto de nuevo. Una persona en su casa se descuida, se medio abandona, arrastrada por una rutina en la que todos los días son iguales. Aquí inician proyectos, no miran hacia atrás, no se quedan anclados en los recuerdos. Aquí tienen un objetivo, una razón de ser, un motivo para levantarse, cada día construyen ilusiones. No miran hacia atrás, miran hacia delante y eso es un cambio radical en sus vidas. Hace que incluso sus agendas estén llenas, como las de un ministro, pero con actividades que aportan- Marta utiliza los dedos de sus manos, pero se le quedan cortos para detallar el listado de actividades que tienen-. Además, sientes que están felices. Hay personas que cuando llegan no hablan con nadie, llegan con poca ilusión porque vienen aburridos, incluso abandonados en la forma de vestir y, de repente, empiezan a relacionarse cuando bajan a comer, otros les animan a jugar una tarde a las cartas o a sacarse unas entradas de teatro y sin darse cuentan están integrados. Se suman al espíritu de los demás porque aquí hay residentes con inquietudes que se contagian".