Ubicada en el centro geográfico de la Argentina, la provincia de Córdoba alberga uno de los hitos arquitectónicos y simbólicos de la tradición cultural religiosa: las Estancias Jesuíticas. Declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000, hoy se encuentran dentro de uno de los atractivos más pictóricos e importantes para visitar en la región y disfrutar de un paseo único
Las Estancias Jesuíticas representan un legado cultural que invita a una experiencia de gran valor histórico. Con su arquitectura, transmiten un clima de época que se adentra en la cultura jesuítica. Además de su impronta religiosa, la región serrana aporta un encanto que convierte a las Estancias Jesuíticas en una mixtura de interés sociocultural.
Viajar por la tradición. En 1599 los jesuitas llegaron a Córdoba como la orden “Compañía de Jesús” donde forjaron las estancias, establecimientos agropecuarios y educativos. Así, las obras jesuíticas fueron parte de lo que hoy forma el Camino de las Estancias Jesuíticas. Junto a la Manzana Jesuítica, se transformaron en un tour icónico para el turismo.
La Manzana Jesuítica y sus Estancias. La Manzana Jesuítica es el primer destino para iniciar el camino. Ubicada en el Casco Histórico de la ciudad, nuclea instituciones como la Universidad Nacional de Córdoba, la iglesia de la Compañía de Jesús, la residencia de los padres jesuitas y el Colegio Montserrat. A este conjunto se incorporan las Estancias Jesuíticas, antiguos establecimientos que fueron sede religioso-administrativa y congregaron a las estancias de Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia, La Candelaria y San Ignacio.
Colonia Caroya. De impronta colonial, fue uno de los primeros establecimientos creados en 1616 y mantuvo las actividades educativas de la capital. Años más tarde pasó a manos del Estado nacional y se convirtió en residencia del primer contingente de inmigrantes italianos - los friulanos-. Su estampa ecléctica aporta esa riqueza que emana en cada uno de sus pasajes.
La Estancia Santa Catalina. Cuna de plantaciones frutales, este predio de 1622 es uno de los más atractivos. Allí se construyó una bodega que dio a luz al “Lagrimilla de oro”, el primer vino del virreinato del Río de la Plata. Su impronta conserva el diseño de fachadas de influencia barroca y es un delicioso recorrido para visitar.
Estancia Alta Gracia. Es una parada obligada de este universo turístico que nace en 1643, y en la que funciona -desde 1977- el Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers. Su patio principal con vista a la escalinata central, evoca una majestuosa escena que amerita una visita guiada y un momento contemplativo para luego continuar el recorrido.
El Museo-estancia Jesús María. Forma parte de un territorio de 1618 que luego dio origen a las tierras en las que nació la actual ciudad cordobesa. Conocer sus paisajes vitivinícolas y una de las casas que albergaban a los jesuitas, es parte de este Camino Jesuítico que recorre los mejores terrenos y construcciones de la época.
Paseo por La Candelaria. De 1678 y a 150 km de la ciudad, La Candelaria tiene un gran valor rural ganadero y una extensión de 300.000 hectáreas. Una de las fechas icónicas para ir es el 2 de febrero, día en que celebran a la Virgen y realizan peregrinaciones y desfiles de gauchos.
Un viaje inolvidable. La Manzana Jesuítica y el Camino de las Estancias es una propuesta para descubrir uno de los valores patrimoniales más importantes de Latinoamérica. Viñedos, museos, arquitectura religiosa, pictóricos espacios naturales y un clima de época de riqueza ecléctica, recuperan la esencia de esta provincia Argentina. Aunque se puede realizar el recorrido en un día, se recomienda consultar los horarios de visita, disponibilidad de aforo y duración del circuito para dedicarle dos jornadas a este paseo. Darle lugar a este itinerario es una gran oportunidad para convertir la estadía en un viaje exquisito.
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Fuente Comunicae