"La incomprensión que mucha gente ha tenido hacia la ley que facilita las bajas menstruales es un fiel reflejo de la necesidad de educar en la materia", señala Fernanda Romo, creadora de La Escuela de educadoras menstruales (EDEM)
"España suspende en educación menstrual". Es la conclusión general a la que ha llegado un estudio realizado por un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Politècnica de València (UPV) y que se ha publicado el pasado mes de agosto en la revista BMC Women´s Health. La investigación detalla resultados como que solo un 5% de las encuestadas recibió información sobre la menstruación en la escuela o que un 35,7% no sabía muy bien qué era la regla cuando tuvieron la menarquia. Además, muchas de las mujeres participantes en el estudio también apuntaron que habían recibido burlas y comentarios despectivos, tanto en el trabajo como en la escuela, por tener la menstruación.
"La incomprensión que mucha gente ha tenido hacia la ley que facilita las bajas menstruales es un fiel reflejo de la necesidad de educar en la materia", señala Fernanda Romo, creadora de La escuela de educadoras menstruales (EDEM). Una iniciativa pionera en habla hispana cuyo objetivo principal es ofrecer educación menstrual. Son conscientes de lo importante y necesaria que es y de todo el camino que todavía queda por hacer para conseguir que mejore su presencia en instituciones educativas, en la legislación, en la sociedad en general y en los medios de comunicación.
¿Cómo influye en la sociedad el conocimiento y la formación sobre la menstruación?
Entrar a fondo en la materia revela que saber más sobre el ciclo menstrual puede cambiar la vida de muchas personas. Estas son cinco claves por las que se debe fomentar la educación sobre la menstruación:
- Repercute directamente en la salud física y mental de las mujeres. Un punto clave y que hasta ahora no ha sido lo suficientemente atendido. De hecho, un estudio reciente ha revelado que la sangre utilizada en las investigaciones para probar los productos menstruales no era real. Una interferencia notable que hace perder la fiabilidad en los resultados obtenidos previamente. Es necesario potenciar los recursos destinados a las investigaciones vinculadas a las patologías y enfermedades vinculadas al ciclo menstrual.
- Educar es reducir las brechas de género que persisten. Todavía hay un porcentaje significativo de mujeres que sufren pobreza menstrual y tienen problemas para acceder a artículos sanitarios. Y, lo que es aún peor, en muchos lugares tener la regla aún sigue siendo un motivo que deriva en la exclusión del mundo laboral o el entorno de estudio. Informar, educar y hablar de la regla ayuda a reducir estas tasas.
- La educación pone en valor el ciclo menstrual como un importante ciclo vital. Un reenfoque que representa el paso desde una visión llena de prejuicios a la deseada naturalización de este proceso fisiológico. De esta manera, en aquellos casos donde se produce un dolor excesivo durante la menstruación este podrá ser tomado como un síntoma de que algo puede ir mal y actuar del mismo modo que se hace con cualquier otro tipo de dolor.
- Más sostenibilidad y menos impacto ambiental. En una época donde el desafío climático es fundamental para el futuro de la sociedad hay que tomar consciencia de que los productos menstruales suponen un problema ecológico. Por ese motivo, saber más sobre la materia abre la puerta a que las personas conozcan otros artículos más allá de los tradicionales.
- Todavía hoy son comunes situaciones de bullying en los colegios a las niñas durante su período o, incluso, en el entorno laboral. La educación menstrual empodera a las mujeres y rompe los tabús.
La menstruación es un proceso fisiológico y cuánto más se sepa sobre ella y sobre todo el ciclo menstrual, mayor normalización existirá. La educación en la materia es un aprendizaje que permite crecer, mejora la salud y visibiliza una realidad cotidiana en la vida de toda la población.
Fuente Comunicae